Un Ladron, Dos Mujeres Y Una Cinta

Justina dormía plácidamente en su cama

Nada podía interrumpir su sueño

Salvo este hombre enmascarado que estaba parado junto a ella observándola

El hombre se acerco a Justina aprovechándose que dormía

Asegurándose que no gritase colocándole su pesada mano sobre sus labios

Sorprendiendo a la chica y encintando su boca

-Quédate quieta y date la vuelta-, Le decía amenazante el enmascarado

Asustada y sin poder hacer nada Justina obedeció las ordenes de hombre

Que ahora le pedía que coloque sus manos a la espalda

El enmascarado tomo ambas manos de Justin y comenzó a encintarlas juntas

Así como también sus brazos

Tobillos

Y hasta sus pies

De pocas palabras pero con gran eficacia este enmascarado domino a Justina

El cual ahora revisaba todos los cajones de la habitación mientras la chica intentaba cortar las cintas

Unos cuantos minutos después el enmascarado ya había guardado todo el dinero, joyas y artículos de valor que poseía Justina en su habitación

El enmascarado se acerco a la chica y le dijo:

-Ya robe todo lo que tenían en las casa, solo me falta ir a visitar la habitación de tu madre haber que tiene ella-, Le informo en enmascarado a Justina mientras esta gemía quejándose

Sin siquiera imaginarse lo que ocurría en la habitación de su hija

Y a la vez completamente dormida Morgana no sospechaba lo que se le avecinaba

Un sonido interrumpió su sueño

Y una mano silencio su boca

La misma mano que ahora utilizaba cinta tape para sellar sus labios

Con mucha resistencia el enmascarado logro voltear a Morgana para colocar sus manos a la espalda y encintarlas

Lo mismo que hizo con sus tobillos

Y con las demás partes de sus piernas dejándola completamente inmóvil

Para de esta forma dejar de lado a la mujer y ocuparse de sus cajones y billetera

La estadía del enmascarado no duro mucho el cual rápidamente lleno sus bolsillos con las pertenecías de Morgana de la misma forma que lo había hecho con Justina para escapar de la casa con ellas

Quedando madre e hija luchando en sus camas contra las pegajosas cintas que las tenían sometidas